domingo, 7 de marzo de 2010

Vuela al País de Nunca Jamás

Wendy, vuela por el cielo.
Sólo que no me pidas que vuele contigo,
mis alas se cayeron hace tiempo.

Cuido tu vuelo desde el suelo.

Vuela cual gaviota en el mar,
sin importar que allá sea a donde salen a morir.

Vuela y abre tus alas,
aprovechando la brisa veraniega que se lleva tristezas
y recuerdos a un país sin nombre.

Vuela a donde sea que vayas.
Vuela sin importar la distancia
y el territorio recorrido.

Lava mis lágrimas y recuerdos.
Lava la nostalgia.

Mi dicha está contigo siempre que extiendas tus alas.

Lamento no poder acompañarte de la mano en tu vuelo,
me acerqué mucho al sol y mis alas cayeron.

Caí, me ahogué en el mar y
llegué a la orilla medio muerto.
La sombra de tu cuerpo proyectada en la arena en tu vuelo,
fue lo que me trajo de nuevo.

Vuela siempre y de noche,
escribe y grita cosas cuando nadie te vea.
Siempre recuerda que en la noche te atreves y sueñas más.
El cielo nocturno será tu refugio;
ahí nadie te alcanzará, ni siquiera yo.

Allá arriba, donde viven las cosas sagradas,
es en donde estarás más segura.
Sólo mis pensamientos y mi esperanza te podrán tocar.

Mi espalda duele, le hacen falta sus alas.

Alguna vez tuve la gloria de ver el mundo desde el cielo.
Pero esos días han pasado.
Ahora sólo queda el recuerdo de mi sombra en los campos
y de estar cerca de las estrellas.
Sólo trayendo esos recuerdos a mi mente es como puedo ser feliz.

Desde la tierra seré tu guía y mi aliento tu impulso.
Aunque llegará el momento en donde yo no podré estar.

Gracias Wendy
Con tu vuelo recuerdo lo que es el viento en el rostro.
Nunca dejes de volar ni de soñar.
En tus vuelos y en tus sueños, mi esperanza recobra sentido.
Gracias Wendy, con tu vuelo regreso a la vida.

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